miércoles, abril 13, 2005

Prisionero de la desdicha

Soy como el gran fracaso del mundo
el que desperdiga sus mijagas de vida sobre las calles desiertas
el sonambulo huérfano de afecto.

Vago en las aceras polvorientas de la desdicha
donde los vagabundos pasan sus noches envueltos en penurias
donde los rateros se ocultan entre los pilares hediondos a orina.

Y a paso lento guardo mi angustia
la cual cobijo entre las pocas pilchas que poseo
mientras las primeras gotas de lluvia
tratan de borrar las secas lagrimas que aún tengo

Oh! querida desdicha,
soy tu prisionero favorito
encarcelado en tus humedos brazos
recorro estas avenidas llenas de tormento.

Oh! querida desdicha,
deja dormir una noche entera
en las heladas aceras del olvido y del tiempo.

1 comentario:

Guillermo Trommel dijo...

Estos versos nos muestran al poeta y la barrica de roble, con unas buenas dósis de tiempo como ingrediente fundamental. No somos Artaud, no venimos al mundo a escribir los últimos poemas que quedaron de otra vida truncada. Venimos para ararnos el alma y mudar la piel una y otra vez, transitando entre las rocas y el polvo hasta comprender que se necesita reposar en las amplias bodegas, antes de poder brindarnos, gota a gota.

Estos versos son de mostrarse desnudo, lejos del "plató". Presentan al poeta magullado y dolido ("maldita") -ya no jugamos al "niño sensible", y dan cuenta del hombre, incorporándose sobre la tierra.

No somos Artaud, sino frutos tardíos: Un puente entre el confort de los brazos de Mamá y un mundo carcomido, ajeno a toda inocencia.