miércoles, junio 20, 2007

PLAGIANDO A TEILLIER Y CAMBIANDO VERSOS

Para alguien a quien no puedo sacar de mi cabeza desde esta reclusión.

I

¿Para qué dar señales de vida?
Apenas podría enviarte con el mozo un mensaje en una servilleta.
Aunque no estés aquí.
Aunque estés a años de sombra de distancia
te amo de repente a las tres de la tarde,
la hora en que los locos sueñan con ser espantapájaros vestidos de marineros
espantando nube en los trigales.
No sé si recordarte es un acto de desesperación o elegancia
en un mundo donde al fin el único sacramento ha llegado a ser el suicidio.
Tal vez habría que cambiar el Transantiago
para que choquen los buses cuncunas.
Hacer el amor en el único lugar donde lo hicimos siempre
para así oír rechinar al cuidador del edificio
e interrumpir a la uruguaya
o no dejar hacer su trabajo al Señor Del Piano.
Si caigo preso por ebriedad
hazme señas de sol con tu espejo de cuerpo entero.
Ya nunca más correrá mi sangre por tu sangre.
Los roedores están comiendo nuestro queso
en nombre de un futuro donde todos los caminos nos separan eternamente.
Aprende a portarte bien
en un país donde la delación será una virtud.
Aprende a viajar en globo y lanza por la borda todo tu lastre:
Tus DVD's de cine arte, Violeta Parra, Miguel Bosé.
Acuérdate que no me gustan las artesanías
pero si dormir en una carpa en la playa.
Y nunca te hubiese querido más que a los suplementos deportivos de los lunes.
Y no sigas pensando en los atardeceres ni en la tortilla de rescoldo
ni en las paltas, limones o jugos.
Y ahora voy a pedir otro jarro de navegado donde Don Waldo
y tú sin señal de vida.


II

Me decías que no me enamorara de ti
aquella que aún temía a los duendes que salen de los rincones a robar nueces.
Y yo te contestaba que en el cielo podía leer tu nombre escrito por los pájaros
y que las nubes flotaban como los gansos en el patio dominical de tu casa
que me hablaba con su lenguaje de gorriones.
Este Domingo me veo de nuevo en la cantina de Padre Hurtado
mirando revistas viejas y bebiendo chicha con naranja.
Alguien me ha dicho en secreto que la primavera vuelve.
La primavera vuelve pero tú no vuelves.
Ya no crees en los duendes.
Ya no sabrías escribir mi nombre en los vidrios cubiertos de escarcha,
y yo solo puedo contar mis recuerdos
como un mendigo sus monedas en el frío del otoño.

ACUERDATE

Acuérdate que te recuerdo.
Si no te acuerdas no importa mucho.
Siempre te veré caminando por los adoquines
o buscando la palta menos madura en la tienda de verduras

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